Los años noventa fueron una época dorada para la publicidad y el diseño en Barcelona y me siento muy afortunada de haberlos vivido. Empecé a trabajar muy joven y reconozco agradecida que la profesión me acogió con cariño. En mi itinerario por muchas de las mejores agencias de esta ciudad (que culminó con la creación de mi propio estudio) me he cruzado con gente maravillosa con la que comparto intereses, experiencias, recuerdos… Sin embargo, mirando atrás, me doy cuenta de que casi todos son hombres, por la sencilla razón de que éramos menos (muy pocas) las mujeres que en esos años nos abríamos camino en profesiones creativas.
De mis compañeros, directores, “duplas creativas”, clientes etc de aquellos años aprendí mucho, muchísimo, casi todo bueno. Pero también tuve que adaptarme a dinámicas que hoy no puedo dejar de cuestionar.
Aprendí, por ejemplo, a competir, y a hacerlo en desventaja por el hecho de ser mujer. Soporté con paciencia el paternalismo con el que algunos me trataban. Me interrumpieron muchas veces en reuniones de todo tipo. He sufrido que algún jeta sacara más rédito de mis ideas que yo misma y, por supuesto, he vivido momentos incómodos en los que he tenido que poner límites que deberían suponerse y respetarse en entornos laborales. En general, y resumiendo mucho, tuve que trabajar más y mejor que muchos de mis compañeros para destacar y para hacerme valer, algo que las mujeres de mi generación, en casi todos los ámbitos profesionales, conocemos muy bien.
Por no hablar de lo que me ha costado compaginar maternidad y trabajo, no sólo a nivel físico y económico, sino también emocional. Conozco a muy pocos hombres de mi generación para los que tener hijos/as supusiera tener que reajustar drásticamente sus horarios de trabajo ni sus expectativas laborales.
Hoy me alegro muchísimo de que los tiempos hayan cambiado gracias, en gran parte, a las pioneras que decidimos rebelarnos contra la inercia, que no dejamos que nadie nos relegara por el hecho de ser mujeres y que no nos conformamos “siendo menos”.
Por eso celebro que ahora “seamos más”. Y con “más” no me refiero a “más que nadie” sino a “más mujeres creativas” dispuestas a exigir las mismas condiciones laborales y a brillar con luz propia.
Lo mínimo y lo justo para revertir tantos años de injusticia (¡y queda mucho por hacer!) es que nos organicemos y nos ayudemos entre nosotras. Así nació la asociación MÁS MUJERES CREATIVAS (Masmu para las amigas), una plataforma con muchas profesionales unidas para conseguir la igualdad de género en la industria creativa.
Más Mujeres Creativas nació de un encuentro en 2016 entre dos profesionales del sector preocupadas por cambiar la situación de las mujeres en el sector publicitario. De ese “café” salió la idea de crear un espacio de encuentro que enseguida atrajo a muchas otras profesionales: diseñadoras, copys, ilustradoras, directoras creativas… Hoy es ya una comunidad de casi 300 personas de diferentes ámbitos de la creatividad, y no deja de crecer.
Hace casi dos años decidí unirme a esta asociación de mujeres tan activas profesionalmente como activistas por la igualdad, y el impacto positivo que está teniendo en mi vida es difícil de describir. No solo ha llenado mi WhatsApp de grupos interesantes y de vibrantes conversaciones, sino que supone una valiosa fuente de contactos y de oportunidades laborales. También un lugar de encuentro donde compartir ideas, proyectos, experiencias, consejos, luchas… ¿Qué más se puede pedir?
En Masmu aspiramos a mejorar nuestras propias carreras laborales, y no lo hacemos compitiendo sino colaborando. También luchamos por un futuro en el que un equipo de mujeres o dirigido por mujeres no sea una excepción. Por el futuro de nuestras hijas y de las hijas de nuestras hijas, pero también de nuestros hijos, porque un mundo en el que mujeres y hombres trabajen en igualdad de condiciones, será, para todos y todas, un mundo mejor.
Gracias a Masmu me he dado cuenta de que mi carrera profesional tenía una importante carencia: más compañeras de trabajo, jefas, clientas, cómplices creativas e incluso amigas, algo que estaba acostumbrada a buscar fuera del trabajo y que hoy, por fin, puedo disfrutar también en horario laboral.