Saludos, amigos, amigas, amantes del diseño, bienvenidos y bienvenidas al Blog de Arminda, un rincón digital en el que te invito a ponerte cómodo/a. En la vorágine del día a día es difícil tomarse un respiro para reflexionar sobre nuestro oficio, y ese es el reto que me he propuesto hacer aquí por lo menos una vez al mes. A ver si lo consigo.
Vivimos tiempos inciertos y no creo que nadie se sorprenda si afirmo contundentemente que recuerdo con nostalgia cómo era dedicarse a esto hace 20 años. También añoro cómo era todo hace 10 años, hace unos meses, unas semanas, unos días, y hasta hace unos minutos, justo antes de la última actualización del programa que utilices normalmente, sea cual sea, porque es un sinvivir el tener que estar constantemente al día.
Sí. Lo reconozco sin complejos: echo de menos un tiempo en el que nuestro trabajo se valoraba más y se pagaba mejor, y aún así me congratulo de vivir en el presente, porque es difícil no sentir vértigo ante lo que se nos viene encima. Y hablo, por supuesto, de la IA y de todo lo que implica que una máquina esté pasando de ser una herramienta de trabajo a una mente que piensa a nuestro lado.
Esta mañana, cuando me he levantado, todavía era mi becarIA. Es obediente, no protesta, no se cansa, no enferma, y, encima, aprende rápido. No es la mejor que he conocido, para nada, pero he leído mucha ciencia ficción como para no temer que a este paso pronto pedirá un ascenso y que, algún día (no muy lejano) podría llegar a ser una jefa fría y despiadada.
Pero antes de que se cumplan mis más funestas predicciones, disfrutemos del presente y del tiempo que nos queda mientras estamos “al mando”. Aprovechemos no solo sus ventajas, sino también sus limitaciones. La IA, de momento (al menos mi becarIA) es una ejecutora diligente pero como creativa deja mucho que desear, y aún así es divertido jugar a ver cómo piensa sobre según qué tema, y puede sorprendernos.
Un ejemplo: Hace unos meses una amiga me pidió que la ayudara con la comunicación de un evento que quería organizar para su 50 cumpleaños. Ya iba a decirle amablemente que no, cuando me contó que quería convertir la fiesta en una celebración de la Menopausia, lo que captó mi atención y me pilló con las defensas “anti-trabajar-gratis” muy bajas. Celebrar algo que hasta hace poco era percibido como negativo, un tabú, y convertirlo en una fiesta de liberación y empoderamiento femenino, me pareció valiente y necesario. Pensé que era una buena oportunidad para poner a prueba la creatividad de mi becarIA.
La IA, con su lógica fría y desprovista de prejuicios, nos ofreció ideas con las que nos reímos a gusto, como una ilustración, de lo más tópica, donde un grupo de jóvenes con pinta de emprendedores, mayoritariamente hombres, celebran la menopausia con confeti, gorritos y serpentinas. Hasta me propuso un nombre y me realizó un logotipo extremadamente penoso. Solo una mente sin cuerpo, sin regla y sin experiencia vital, puede concebir que un grupo de hombres jóvenes celebre la Menopausia como si se tratara de la inauguración de una start-up. También sugirió unos aburridos copies y un curioso comentarios de un hombre asiático que se lo pasó fenomenal celebrando su propia menopausia, increíble pero cierto. Una landing típica de 3 módulos sin personalidad y llena de estereotipos anacrónicos, lo último que una mente humana hubiera sugerido para anunciar una fiesta entre amigas.
Finalmente solucioné el reto sin artificios, creando un web no-code, sencilla y cachonda de usar y tirar, dos gifs y un copy gracioso que escribió mi amiga, pero valió la pena el artificial-brainstorming, por las risas y porque, sin tener la más mínima consciencia de ello, la becarIA se había arriesgado y había ido más lejos que nosotras. Confío en que, para ser una “trepa desalmada”, a mi becarIA le falta lo más importante: tener un alma humana. Pero tiempo al tiempo. El algoritmo que programe la ambición ya debe de estar cocinándose en alguna parte.