Feliz Navidad 2024

¡Otra Navidad que no “llega” sino que se me “echa encima”, pam, de repente, sin avisar!. Otra Navidad que me pilla a contra reloj, con proyectos por cerrar, reuniones de última hora, la casa por limpiar, y sin las gafas de sol a mano para proteger mis pobres ojos de tantas luces navideñas. 

Y este año ¡más difícil todavía! con este blog que también habrá que rellenar, digo yo, con algún contenido navideño. ¿Y qué mejor relleno para un blog sobre diseño que una reflexión sobre las campañas de Navidad? Hablemos, concretamente, de las que son “de todos y todas” y “para todos y todas”, las que en teoría encargamos y en la práctica pagamos con nuestros impuestos: las campañas institucionales con las que nuestros ayuntamientos nos desean felices fiestas. Dejadme hablar de mi ciudad, Barcelona. El departamento de comunicación de la ciudad se comunica, precisamente, a través de estas campañas. Navidad, Sant Jordi, La Mercè, son oportunidades para que Barcelona “se exprese” y enseñe al mundo sus valores, su idiosincrasia, su alma… lo que se dice: para reforzar “la marca de ciudad”, una expresión que jamás hay que confundir por “la ciudad como marca”, y menos si a marca le añadimos el adjetivo “comercial”.

Y aquí, en esta enorme diferencia (la “marca de ciudad” vs “la ciudad como marca”) veo yo el principal problema de la campaña de este año. Una campaña construida bajo el lema “Ara ve Nadal, ara ve Barcelona” y que consiste en fotos de distintos ciudadanos/ciudadanas que posan metidos en una bola de cristal, de esas que agitas para ver caer la nieve, con fondos desenfocados (o sea, podrían estar en cualquier lugar del mundo) y, eso sí, luces y colores navideños. El slogan sale escrito bajo la foto en previsibles y navideñas letras rojas sobre verde o verdes sobre rojo. Nada nuevo. Una campaña más con un lema vacío que pasará sin pena ni gloria, y que podría ser, tal cual, la campaña con la que cualquier franquicia comercial nos felicitara las fiestas. Pienso, por ejemplo, en El Corte Inglés. Cuando una campaña de ciudad podría ser, perfectamente, la de El Corte Inglés, quizás haya que empezar a preocuparse. 

Dejadme que la compare con otra campaña navideña anterior, la campaña realizada en 2016. Conozco muy bien a la agencia que hizo aquella campaña, La Casa de Carlota, he tenido el placer de trabajar con ellos muchas veces. Solo el hecho de que fuera la elegida para llevar a cabo el proyecto ya fue, en su momento, una decisión que comunicaba cosas importantes. Para quienes no lo sepan, la Casa de Carlota se define a sí misma como el primer estudio de diseño del mundo que incluye en su equipo a creativos y creativas con discapacidad intelectual, y de la interacción entre esas mentes creativas tan diversas salen trabajos realmente interesantes. En este caso, una campaña maravillosa que, bajo el lema tan simple y simpático como “Hola Nadal”, llenó la ciudad de ilustraciones “hechas como dibujan los niños y las niñas”, verdaderos collages de motivos navideños, coloridos y divertidos, que invitaban a muchas más cosas que “a comprar”: a soñar, a reír, a inventar, a dibujar, a recortar, pegar y, en definitiva, a crear. Los distintos carteles tenían, además, mensajes en los que se quería potenciar el comercio de barrio, que invitaban a no comprar compulsivamente o a huir de los juguetes que potenciaran los estereotipos de género (“no som ni blaus ni roses”, decía uno de ellos), es decir, existía la voluntad de comunicar muchas más cosas, de transmitir que Barcelona tiene una forma más auténtica y particular de celebrar la navidad potenciando los mejores valores de sus gentes: la sostenibilidad, el feminismo, la descentralización, la diversidad… En su sencillez, “Hola Nadal”, considero que fue una campaña ambiciosa y efectiva. Tanto, que repitió dos años seguidos, algo que no suele pasar en campañas de este tipo. 

Podría decir muchas más cosas que diferencian una campaña de la otra. Un estilo del otro. Pero os dejo un ejemplo de cada una para que saquéis vuestras propias conclusiones y, si os apetece, las comentemos juntos/as. 

Aunque la campaña de este año me parece sosa, previsible, poco arriesgada y pelín ñoña, también os diré que, después de ver el anuncio de la campaña de Navidad de Madrid, que me parece de lo más tremenda, estoy contenta de vivir en Barcelona, porque siempre hay que pensar que todo podría ser peor. ¡Feliz Navidad!